4.3 LOS EMBERA

4.3.1 MEDIO GEOGRÁFICO

4.3.2 GRUPO LINGúISTICO

4.3.3 ETNOHISTORIA

4.3.4 COSMOVISIÓN DEL MUNDO EMBERÁ

4.3.5 ORGANIZACIÓN SOCIAL

4.3.6 FESTIVIDADES

4.3.7 RELACIONES INTER-ÉTNICAS

 

4.3.1 MEDIO GEOGRÁFICO

Chocó ha sido la denominación más común con la cual se conocen los nativos del litoral pacífico, término que se ha usado desde los inicios de la conquista para designar a los indígenas que se llaman EMBERÁ, palabra que en su idioma significa GENTE.

Estos indígenas habitan hoy diversas regiones del occidente colombiano por su patrón de asentamiento, disperso pero buscando medios de características similares, es decir selva tropical húmeda.

Pueblan las siguientes zonas: Chocó (Ríos Baudó, Atrato, Bojayá, Quibdó, Andágueda, Capá, San Juan, entre otros); Antioquía (municipios de Jardín, Valparaíso, Bolívar, Dabeiba, Frontino, Murindó y la zona de Urabá); Risaralda (municipios de Mistrató, Pueblo Rico, Quinchía, Marsella, Guaticá e Irra); Quindío (Montenegro); Caldas (La Betulia); Valle (Restrepo, Darién, Águila, Roldanillo, Obando, Zarzal, Bolívar y Dovio); Cauca (Timbiquí); Córdoba (Altos ríos Sinú y San Jorge); Putumayo (Orito); Caquetá (Florencia) y Nariño en Colombia; y otro países como Panamá y Ecuador.

Sus pautas de asentamiento influyen en sus modos de vida, presentándose diferencias de tipo cultural y lingüístico de acuerdo con la región donde habitan.

Esta etnia está conformada por 42.000 individuos aproximadamente, distribuidos en 7.500 familias en Colombia y 46.000 en los tres países (DNP 1989). Según el área donde habitan son llamados Cholo en la costa pacífica; Chamí o Meme en Risaralda; Catío en Antioquía y Epera como ellos mismos se llaman en Nariño y Cauca.

 

4.3.2 GRUPO LINGÜÍSTICO

El idioma Emberá pertenece a la familia independiente Chocó, que tiene relación con las familias Arawak, Karib y Chibcha, pero no pertenece a ninguna de ellas. Está emparentada con el idioma Waunana.

A nivel interno, el Emberá tiene particularidades dialectales, diferencias que radican en ciertos sonidos, vocabulario y construcciones gramaticales, pero entendiéndose entre uno y otro.

Según la clasificación de Pardo (1988) tiene cinco zonas dialectales: Costa Sur (Ríos Saija, Timbiqui - Cauca -, Río Naya - Valle -), alto San Juan (afluentes y cursos alto del Río San Juan), Bajo Baudó (Río Baudó y sus afluentes Catrú y Dubasa), Atrato ( el Río Atrato y sus afluentes hasta el Darién panameño) y Antioquía - Córdoba (Valle del Alto Murri y Dabeiba, Frontino, Murindó: y altos Ríos Sinú y San Jorge respectivamente).

En este idioma no hay diferencias en la manera de hablar de hombres y mujeres; igualmente no hay un lenguaje especializado para actividades específicas. No tiene escritura propia, por lo tanto se están utilizando los caracteres internacionales para escribirlo. Su alfabeto consta de vocales orales, nasales y consonantes, con una pronunciación deferente a la nuestra, y no existen ciertos sonidos como la ll, f, c y w .

 

4.3.3 ETNOHISTORIA

Tanto el territorio como los mismos Emberá se han ido transformando de acuerdo con su dinámica interna y también como reacción a los diversos procesos de conquista y colonización.

La colonización del territorio Emberá se inicio en 1511 con la fundación de Santa María la Antigua del Darién y posteriores poblados como Toro, Cáceres, Arma, Anserma, entre otros, pero sin relacionarse directamente con los Emberá.

Sólo hasta el siglo XVII, entre 1600-1640, se inició el reconocimiento del Río Atrato y los contactos comerciales, por medio de los cuales los indígenas adquirían herramientas metálicas que llevó al inicio de un acercamiento pacífico. Fruto de este intercambio con los Emberá, son los pactos que se crearon entre los Tatamá y los españoles, contra los Citabará en 1628. En ese tiempo se fundaron pueblos en territorio indígena, San Juan de Castro, 1628, y Salamanca de los Reyes, los cuales fueron destruidos por los nativos. Este fracaso hizo cambiar la política española.

Entre 1638 y 1645 las incursiones en el territorio Emberá fueron violentas, debido a la matanza que éstos propinaron a la expedición de Martín Bueno en 1637; además, los poblados fracasaron y los Emberá, por su organización social, se introdujeron en la selva.

Esto condujo a un cambio de táctica española, la cual fue reemplazada por la labor misional a partir de 1645 ; política que se consolidó con la fundación de cuatro nuevos pueblos en el Atrato, entre 1668 y 1672, por el bachiller Antonio de Guzmán.

La misiones fueron asumidas por jesuitas en el San Juan y franciscanos en el Atrato. Estos últimos decidieron implantar el corregimiento, los castigos y la obligación de estar en los pueblos. Tal actitud por parte de los franciscanos desencadenó las protestas y los levantamientos indígenas, siendo el más importante el de 1684, disuelto por el ejército español y por indígenas noanama, y su huida a territorios alejados o independientes del dominio español.

A comienzos del siglo XVIII, entre 1718 y 1730, se fundaron nuevas poblaciones en el alto San Juan y en el Atrato, incentivándose la colonización aurífera y motivándose el cimarronismo o huida de los nativos a zonas selváticas aún más apartadas. Los Emberá expandieron así su territorio hacia el bajo Atrato y Costa Pacífica en 1750, desterrando a otros indígenas habitantes de dicha zonas.

Su unidad territorial continuó resquebrajandose, pues la colonización en el siglo XIX se consolidaba con la creación de nuevas poblaciones en diferentes áreas del territorio indígena: Pueblo Rico, en 1876; Dabeiba, en 1850; Tierra Alta, en 1913; Monte Líbano, en 1907. Esta fundaciones llevaron a la desintegración de los resguardos Emberá.

En pleno siglo XX este proceso no ha parado, se ha dado a través del frente agroindustrial (caucho, oro, platino, etc.), con la inmigración de nuevos pobladores. Y en el aspecto cultural con la creación de la prefectura apostólica del Chocó en 1908, las misiones Lauras en 1914 y la instauración de escuelas e internados donde "civiliza" a los indígenas.

La realidad política del país también afectó a la nación Emberá, pues la violencia de 1950 contribuyó aún más a la dispersión de esta etnia hacia Panamá y al incremento de la población en el Baudó y costa Pacífica.

De igual manera, varios acontecimientos particulares como la proliferación de escuelas de corte religioso, el aumento de emigración de individuos de varias zonas del país a los territorios Emberá y una serie de proyectos institucionales que amenazan sus territorios, como la base militar que había en Málaga, la carretera panamericana, el canal interoceánico, la explotación de minerales y recursos naturales como la pesca, las maderas, las hidroeléctricas y represas - caso Urrá y Urrá II -. al igual que el contacto durante cinco siglos, han contribuido al cambio de ciertos aspectos culturales en las diversas zonas indígenas.

Otros cambios, que han afectado a la cultura, manifiestos en la diferencias a nivel de la pintura facial y corporal, vestuario, objetos de cultura material, ceremonias, economía, se han venido presentando de acuerdo con el tipo de aculturación al que se han visto sometidos.

En la actualidad, finales del siglo XX. los Emberá con territorio fraccionado debido a los procesos de conquista, colonización y contacto con otras culturas (indígenas, negra, blanca) y teniendo para cada región sus particularidades, mantienen una cohesión a nivel cultural con elementos de identidad muy fuertes como su idioma, tradición oral, jaibanismo, organización social y una nueva organización política a través de las organizaciones regionales como la Orewa y la Oia.

Los Emberá han habitado tradicionalmente territorios de selva tropical húmeda o con características similares en las diferentes zonas que ocupan (bosque tropical, húmedo o subtropical): áreas ribereñas (Chocó, Córdoba) con un clima cálido super húmedo, que para el Chocó tiene una precipitación anual promedio de 5.000 a 10.000 mm de acuerdo con el área.

Con diversos tipos de suelos: las vegas de los ríos de mayor inundación, las suaves colinas y las formaciones montañosas como la serranía del Baudó.

Con una temperatura que oscila entre los 22 y los 26° C. Su tipo de clima hace que llueva gran parte del año, razón por la cual el nivel de sus ríos y quebradas baja y sube son frecuencia. Estos suelos están cubiertos por una vegetación compuesta de árboles hasta de más de 30 m, de altura y un solo bosque menos denso compuesto por árboles menos altos, palmas y finalmente arbustos y hierbas. Y en la áreas de la cordillera occidental, de bosques menos húmedos, habitando alturas que van desde los 550 a 1.560 m. Con variedad de pisos térmicos, aunque habitan preferiblemente el piso térmico medio y el cálido.

Con una humedad que oscila entre los 3.000 a 5.000 mm de lluviosidad anual. Aunque la lluviosidad es una característica del medio, tiene diferente intensidad, identificando al verano con ausencia de lluvias (enero - febrero), con temperaturas entre 22 a 26° C. Los suelos son muy pobres y con una capa vegetal muy escasa en la que predomina el bosque primario compuesto por árboles como el guayacán, el balso, el higuerón, el caucho, el sande, frutales, palmas, árboles pequeños y gran cantidad de helechos, palmas como la barrigona, de milpesos (jessenia polycarpa), chontaduro y plantas, enredaderas, musgo guadua; en los sitios donde se conserva el bosque y plantas cultivadas en los terrenos aledaños a la vivienda.

La interrelación con el medio ambiente (el cual falta de tierras en las montañas, o por la fragilidad de sus suelos en el Chocó no es demasiado rico en recursos) se ha dado a través de una economía de subsistencia basada en la agricultura, caza, pesca y recolección; y actualmente con un escaso excedente para la comercialización.

Tanto los instrumentos como los utensilios provienen del medio selvático y del río. Siendo la madera un elemento vital, con ella se elaboran la vivienda, las canoas y los objetos de uso cotidiano y ritual.

La familia (hombre, mujer e hijos) es la unidad básica productora - consumidora de los Emberá. Vive en un tambo construido por sus miembros, quienes además fabrican todos los instrumentos y útiles necesarios para sus trabajos de producción. Las actividades cotidianas se extienden a la parentela, que constituye unidad de cooperación para trabajos más arduos y pesados, como la preparación de terrenos para cultivos, siembras, recolección, obtención de materias primas para vivienda, transporte de madera, etc. Actividades realizadas por sus miembros de acuerdo con la división sexual. El trabajo es un ideal cultural que proporciona todas las satisfacciones.

La tierra es un resguardo comunal, por consiguiente los lugares donde se caza y recogen frutos no pertenecen a nadie, pues es un bien común, Cada quien comparte lo obtenido, pues la generosidad y la hospitalidad se encuentran entre los ideales Emberá más elevados.

Aunque no hay linderos establecidos, cada familia tiene derecho al terreno que preparan y trabajan, el cual será heredado por los hijos. Claro está, que en zonas de montaña cada vez es menor la cantidad de tierras, por la presión colonizadora, lo cual implica dejar el sistema rotativo de los cultivos y una sobrepoblación en un predio; por consiguiente, esto ha influido para que la posesión de la tierra sea hoy en día más individual.

Aunque los resguardos son un derecho de las culturas indígenas, de los Emberá al igual que de otras culturas, hay algunas comunidades que no lo tienen, o son muy reducidos para poder desarrollar su sistema de vida.

En los territorios Emberá, titulados o no como resguardos, se desarrolla una serie de actividades. Las principales son las agrícolas, que involucran gran parte del tiempo. En los cultivos participan hombres, mujeres y niños. Actividades masculinas son la tumba de monte y la roza, preparación de semillas, siembra, limpieza, cosecha, carga y almacenamiento en los cultivos de plátano, maíz, café, cacao, caña y arroz. Como los cultivos no requieren de excesivo trabajo, sino de deshierbes y limpieza esporádica, los hombres salen de caza y pesca todos los días y aprovisionan de leña la casa. La talla de diversos objetos de uso cotidiano y ritual es una actividad masculina, en zonas ribereñas elaborar la canoa hace parte de la cotidianidad. El hombre también se encarga de hacer la transacciones comerciales y realizar trabajo asalariado se es del caso.

Las actividades femeninas en los cultivos se relacionan con la cosecha, carga de productos y procesamiento de los mismos para la elaboración de los alimentos. Participan en los cultivos de plátano, maíz, arroz, café y caña, en las actividades de la roza, preparación de semillas, siembras, limpieza y almacenamiento.

La mujer inicia su jornada hacia las cuatro de la mañana, día que reparte entre la preparación de los alimentos, actividades agrícolas, cuidado de la casa y crianza de los hijos y elaboración de objetos de uso cotidiano, como canastos, recipientes cerámicos, vestidos, etc.

Por su parte los niños realizan actividades de acuerdo con su sexo, las cuales son iguales a la de los adultos. En los cultivos participan en la roza, siembra y cosecha y carga de productos.

El cultivo implica un trabajo de tala de los bosques en zonas muy húmedas; en zonas más secas, quemas en algunas ocasiones. Sus técnicas de cultivo requieren que la tierra se deje en berbecho de tres a cinco años entre siembra y siembra como mínimo. A raíz de esto deben rotarse nuevos terrenos, pero por la falta de tierras en algunas regiones éstas se cultivan varias veces seguidas.

Esta combinación de factores ambientales y tecnológicos influye para que las viviendas en algunas regiones del Chocó se hallen aisladas entre sí, en búsqueda de nuevas parcelas para sus cultivos itinerantes. En regiones de montaña, debido a la escasez de tierras, sus viviendas son más cercanas unas de otras, y están rodeadas de las chagras con cultivos permanentes, huertos y pequeños semilleros.

Dentro de los alimentos de mayor consumo se destacan los siguientes: el maíz, producto de vital importancia, puesto que como cultivo tradicional que es, está relacionado con actividades económicas de subsistencia y a nivel del pensamiento con la cosmovisión del mundo e ideología. Se siembra dos cosechas al año, en épocas de verano, que pueden coincidir con los meses de mayo a julio y agosto a octubre, voleando la semilla en terrenos planos, donde los granos se cubran con la vegetación de rastrojo, para que ésta los proteja. También se la siembra con chuzo, es decir, abriendo orificios en el terreno a los cuales se les introducen los granos.

El maíz se cultiva básicamente para la fabricación de la chicha, la cual se reserva para las fiestas, trabajos comunitarios y/o actividades cotidianas. La cosecha también se utiliza para envueltos, arepas, mazorca asada, harina de maíz, cocinado, en coladas etc.

El plátano es otro cultivo muy importante, sobre todo en las regiones chocoanas, a la vez es un alimento básico de la dieta Emberá. De este cultivo se dejan excedentes para la comercialización.

Este producto se consume en diferentes formas: cocido, freído, asado, en colada, en harina, etc., en las tres comidas diarias.

Por ser un cultivo permanente da frutos todo el año. Su cosecha se obtiene a los ocho meses. Se siembra en terrenos de vegetación secundaria por medio de colinos, que se cuidan los primeros meses arreglando el terreno, pero luego se dejan libres y eventualmente en la cogida de los racimos se desyerba o cortan maleza.

El arroz es un cultivo nuevo para la región Emberá chocoana, y la siembra se realiza en terrazas húmedas, hacia marzo, con chuzos. Es una actividad familiar, los hombres van abriendo unos huecos en el terreno, en los cuales las mujeres depositan la semilla. Este cultivo sólo se limpiará un mes y medio después, quitándole la maleza.

Al madurar se escogen las espigas, cortándolas y guardándolas en canastos. También se puede cortar la mata. Las espigas se secan y luego se pilan, para ser nuevamente secadas y posteriormente almacenadas en recipientes de madera.

La caña de azúcar se siembra en las orillas de los ríos y desde los siete meses de cultivada se inicia su producción. Por ser un cultivo femenino el cuidado está a cargo de ellas. Se consume en pedazos o se procesa para obtener guarapo. En la obtención de este último intervienen tanto hombres como mujeres y lo hacen en un trapiche manual.

Cultivos como el café, el frijol y el cacao están relacionados con la comercialización para ellos se cumplen los mismos ciclos de los campesinos, es decir la recolección en noviembre y diciembre del café, en agosto y septiembre el fríjol y la recolección constante del cacao.

La siembra de los frutales no se realiza sistemática sino esporádicamente y su recolección se da de acuerdo con la cosecha. Entre los frutos se tienen los siguientes: piña, cacao, guanábana, aguacate, coco, naranja, limón, guayaba, mago, papaya, banano, guamo, caimito, borojó, chontaduro, entre otros.

Se siembran otros cultivos pero en menor escala como la yuca; también árboles útiles como la jagua y el achiote, para ser utilizados como tintes naturales, sobre todo en zonas chocoanas.

Los frutos de recolección son muy escasos, pueden se tubérculos silvestres, cogollos de ciertos helechos, frutos dulces, algunas larvas, miel, etc., pero no representan un porcentaje muy alto en la dieta alimenticia.

La cacería es un renglón muy importante de la economía Emberá, una actividad masculina, pero que día a día deja practicarse por la falta de territorios para este fin, sobre todo en las zonas de montaña. Los hombres centran su atención en los venados, tatabros, pécaris, guaguas, armadillos, ñeques, desplazándose individualmente o con más hombres. Las armas más utilizadas son las escopetas y los perros, pues la bodoquera y el arco y flecha, armas tradicionales, están entrando en desuso. Actualmente sólo en el alto Andágueda y El Chami se continúa utilizando la bodoquera; de igual manera el arco y la flecha en el Chocó, pero en menor escala.

Como no hay uso de trampas, se requieren la fortaleza y la destreza de los cazadores, ligadas al profundo conocimiento que los Emberá tienen de la selva y de las costumbres y características de sus presas. Se obtiene del medio otros animales como: iguana, cangrejos, tortuga y monos.

Las aves de predilección son las perdices, pavos, patos, cuervos, guacamayas, golondrinas, palomas, cotorras. loros y tucanes. Los jóvenes se inician en la cacería atrapando aves y otras presas pequeñas.

La dieta de carne se complementa con algunos animales domésticos como pato, gallinas y cerdos, los cuales son cuidados por mujeres. Aunque es muy raro, algunas familias pueden llegar a tener alguna cabeza de ganado vacuno. La carne de las presas obtenidas se consume fresca y la que sobre se sala o ahuma. Cuando hay abundancia se comparte con los parientes y amigos.

La pesca es la tercera actividad de importancia en el economía Emberá chocoana, puesto que en las zonas de montaña está en vías de extinción. En un oficio cotidiano de desempeño por hombres, mujeres y niños, pero con especialidades especificas para cada uno de ellos.

Los hombres la realizan con atarrayas, arpones, anzuelos, chuzos y barbascos, extrayendo gran variedad de peces como bocachico, denton, sabaleta, doncella, kicharo, bagre. barbudo. sardina y mojarra.

Las mujeres buscan las coroncoras o wakukos, adheridas a las piedras, las cuales atrapan con la mano; algunas veces pescan con atarrayas pequeñas otras clases de peces.

Los niños participan en la pesca de acuerdo con las actividades de su sexo.

Lo más ancianos son quienes recurren al arco y a la flecha para la pesca en época de subienda.

Luego de obtener los peces, las mujeres se encargan de desescamarlos, limpiarlos y prepararlos. Se consumen frescos, o se salan ahuman en barbacoas encima del fogón para consumirlos posteriormente.

Las actividades agrícolas y de subsistencia se combinan con aquellas tradicionales. de acuerdo con la división del trabajo entre hombres y mujeres.

La cestería es una actividad practicada por todas las mujeres de la comunidad. Dependiendo del material se elaboran diferentes tipos de canastos. De la iraca, hoja blanca, , hinguru y joro, se cortan los tallos más largos, para separarles la corteza, la cual de adelgaza hasta convertirla en fibra textil. Con ellas se tejen los diferentes canastos (jabara) elaborados para guardar la harina de maíz y/o el arroz. De forma cuadrada, su tamaño oscila entre 12 y 60 cm de altura. De él se realizan varios diseños. Tejidos en técnicas de asargado (cora) se usan como recipientes para enseres de cocina, o para guardar ropa, tejido en técnica hexagonal cruzado, (petal) canasta cuadrada con tapa, tejidas en asargado. Se utilizaban para llevar carnadas en la pesca (punizaza) cesto globular de boca ancha y tejido abierto, son éstos los más usados. Con estas fibras también se elaboran sopladeras, para avivar el fuego y juguetes para los niños.

 

4.3.4 COSMOVISIÓN DEL MUNDO EMBERÁ

El universo Emberá lo conforman varios mundos, en algunas zonas se habla de nueve, en otras de tres, puede decirse que son tres niveles y cada uno está compuesto de varios, teniendo así:

El mundo de Caragabi, que algunos llaman el mundo de las cosas azules, donde reside Ankore, el mismo Caragabi, una serie de seres primordiales, al igual que las almas de los muertos, Este mundo está compuesto por cuatro niveles y se encuentra por encima de los humano.

El mundo gobernado por Trutruica, ser opuesto a Caragabi pero con el mismo poder, Está compuesto por cuatro niveles, en ellos habitan los jai ; este mundo queda debajo de lo humano.

Y el mundo de lo humano, el cual vive en constante enfrentamiento con los jai y los seres primordiales.

Estos mundos siempre se han relacionados, tanto que antiguamente la relación entre el mundo de Caragabi y el humano era buena. Los hombres podían ascender al de Caragabi por una escalera de cristal, siempre y cuando respetaran la promesa de no tocar las flores que la adornaban. Una vez una mujer subía con su hijo a la espalda, y el niño tomó una flor, rompiendo así la posibilidad de visitar el mundo de arriba.

El mundo humano quedó sin una comunicación directa, pero a nivel del pensamiento se da una interrelación con las esencias de las cosas, pues ellos conciben dos niveles: el de lo cotidiano y el de lo esencial.

Según Vasco (1985), al nivel de lo esencial sólo pueden acceder los jaibaná, pues los individuos comunes viven únicamente lo cotidiano sin llegar a lo esencial, a menos que así lo deseen e inicien un proceso de aprendizaje.

Dentro de las concepciones Emberá el alma o jaure, como ellos la llaman, es la esencia del hombre, pero puede extraviarse; aunque este hecho no ocasiona la muerte, el cuerpo se debilita. El alma puede perderse accidentalmente y sólo el jaibaná puede reintegrarla al cuerpo del enfermo.

Cuando alma y cuerpo están desestabilizados, este último puede exponerse a diversas enfermedades, las cuales son clasificadas en :

La enfermedad de jai : originada por seres esenciales, impredecibles y fatales.

La enfermedad del yerbatero, causada por animales (culebras, avispas) o accidentes caseros, el mal de ojo, las llagas; y las enfermedades como la malaria, viruela, polio, tuberculosis y en general las enfermedades fruto del contacto con occidente.

Según se la clase de enfermedad se acude al especialista que la curará, teniendo así al jaibaná, al yerbatero y al hospital respectivamente. También existen otros especialistas como el tonguero, el cual adivina la causa de la enfermedad, a través del uso de las plantas sicoactivas; el sobandero y la partera.

Hay algunas dolencias menores, las cuales cada quien puede curar con remedios caseros, pero cuando la enfermedad, sea del tipo que sea, no tiene, cura sobreviene la muerte, la cual para los Emberá no implica tanto rituales especiales. El muerto es amortajado en sábana y, si lo hay, se coloca en un cajón de madera o en una canoa a manera de ataúd. El lugar para su entierro será el sitio familiar o comunal destinado para tal fin.

Una vez inhumado el difunto, el jaibaná canta para que el espíritu del muerto encuentre su camino y deje tranquilos a los vivos. Por otro lado, la viuda o viudo y sus familiares expresan la tristeza por medio de cantos, en los cuales se narran las cualidades de la persona ausente, y del uso de la pintura facial y corporal.

 

4.3.5 ORGANIZACIÓN SOCIAL

Tradicionalmente, los Emberá vivían dispersos y se concentraban en pueblos en algunas ocasiones, debido a su tipo de organización social segmentario. Pero su entorno sociopolítico no residía en un centro político, ni en el control social por algunos miembros, pues la familia era y es la unidad social más importante; ella tiene poder decisorio sobre sus miembros y resuelve a nivel interno sus conflictos.

Han existido los jefes naturales, sin estructura política institucionalizada, quienes eran aceptados por las parentelas y ejercían poder sobre ellas. Cuando en una zona existían varios líderes se unían para defenderse de otros grupos o para resolver problemas mayores que afectaban a toda la sociedad. En tiempo de guerra surgía jefes por su valentía, los cuales agrupaban varias parentelas.

En algunas ocasiones el hombre más anciano del grupo familiar hacía las veces de líder, quien podía coincidir con el jaibaná; aunque este último no tenía jerarquía política, era él quien dirimía entre los conflictos sociales de su grupo familiar.

Actualmente, como base de la organización política y social Emberá, han surgido los organizaciones indígenas regionales, la OIA en Antioquía, el CRIR en Risaralda, ORIECOP en la costa Pacífica, la OREWA para el Chocó, al igual que otras en los diferentes departamentos donde habitan los Emberá. Motivadas e influenciadas por el movimiento nacional indígena y por la ONIC.

Estas han surgido como organizaciones de y para los indígenas, las cuales vienen desarrollando una serie de actividades para dar solución a sus problemas: la consolidación de resguardos; educación bicultural; producción comunitaria; difusión de la legislación indígena, entre otras. A su vez, estas organizaciones han impulsado la formación de cabildos-gobernadores.

Esta nueva realidad política, los procesos históricos y la influencia exterior han abierto el espacio para la consolidación de los cabildos, los cuales no son una institución nueva, por el contrario, desde la colonia se ha venido introduciendo en las sociedades indígenas, por imposición estatal.

A nivel interno, en la sociedad Emberá se han creado dos formas de poder, el tradicional, ejercido por los líderes naturales y basado en el derecho consuetudinario, y el nuevo, a través de los cabildos gobernadores respaldados por la Ley 89 de 1890. Esto ha hecho, en algunos casos, enfrentar al poder tradicional con los cabildos, y en otros casos, interrelacionar los dos poderes.

Los cabildos están formados por diferentes miembros de la comunidad, quienes desempeñan los diversos cargos. El cabildo sirve para establecer relaciones entre las comunidades indígenas y el Estado, centrando su actividad en los caseríos, a través de la escuela o la tienda comunal.

Dentro de cada vivienda vive una familia, la cual puede ser nuclear (la pareja inicial e hijos); o extensa (pareja, hijos, nietos y algunos otros parientes). La familia es la base social Emberá y constituye el núcleo social más importante, pero a su vez hay una serie de relaciones sociales que mantienen la unidad Emberá. También se mantienen relaciones con los miembros de la región donde habiten, tanto así que entre ellos se llaman baudoseños, sanjuaneños, etc., y con el grupo dialectal. Los lazos familiares se extienden y consolidan con los matrimonios y las visitas entre parientes, que pueden durar días o hasta meses.

Las actividades son familiares, exceptuando los trabajos comunitarios, que pueden realizarse con la parentela. Esta es por línea materna y paterna, filiación que da derecho a vivir en la región donde habiten. La sucesión y herencia de las posesiones nos trasciende de la unidad familiar, transfiriéndose los bienes materiales de padres a hijos, pues de la tierra, como es una propiedad comunal, sólo se hereda el derecho al usufructo el cual es individual o familiar. La familia sustenta el poder en el padre, aunque no por eso la mujer deja de intervenir.

Las relaciones con miembros cercanos de sangre o no, no tienen una unidad en su designación, pues la terminología varía de acuerdo con la región donde habiten. Pardo (1984) describe cómo en cuanto al grado de parentesco se da un tipo de denominación que va desde el sistema hawaiano, es decir el mismo término para primos y hermanos, hasta el esquimal o diferentes términos para primos y hermanos. Por encima de estos términos hay restricciones frente al hecho de la alianza matrimonial, que cobija a los parientes consanguíneos hasta el tercer grado, sin diferenciar los maternos de los paternos, es decir, un sistema cognaticio. La relación matrimonial se puede dar solamente entre los miembros de su propia cultura, pues consideran inadecuados los matrimonios con negros, blancos o miembros de otras culturas.

 

 

4.3.6 FESTIVIDADES

Los instrumentos musicales Emberá nos remite en primera instancia al tambor, como elemento importante dentro del jaibanismo y en las danzas tradicionales. Los instrumentos han ido desapareciendo y hoy sólo se encuentra referencia en algunas zonas, de ciertos instrumentos tradicionales, Londoño (1990) habla de la trompa, los tambores de uso femenino, tambores de uso masculino, flautas, capadores, pursirus o fotutos (trompetas simples de diferentes tamaños).

Actualmente se han introducido instrumentos nuevos, guacharaca, guitarra. etc., al igual que ciertos ritmos, influencia de la música negra del litoral Pacífico o de la música andina en las cordilleras.

Los cantos y los instrumentos se utilizan para diferentes fiesta, en ellas se ejecutan ciertas danzas de acuerdo con la celebración y llevan nombres específicos como: el mono, del sapo, del gallinazo, del pajarito, del conejo, etc., asimismo se lleva la correspondiente pintura corporal que simboliza a uno de dichos animales.

Para asistir a la diversas festividades o ceremonias, visten un traje igual al cotidiano, pero de mayor calidad o nuevo, que consiste, en las zonas ribereñas, en un guayuco en los hombres, para los más tradicionales, o un pantalón, y una paruma para las mujeres. En las montañas las mujeres utilizan vestidos, que, aunque de estilo occidental, manga larga, talle largo, y colores vistosos, han entrado a formar parte de los hábitos de atuendo; los hombres llevan pantalón y camisa. En Ituango (Antioquía) se utiliza una túnica roja.

Este vestuario se perfecciona con los adornos: collares de chaquiras, semillas, dientes, aretes, pulseras, coronas y flores. El adorno está ligado a la expresión estética de la pintura facial corporal.

La pintura facial y corporal, como una de las manifestaciones más importantes dentro de la cultura Emberá, representa y comunica actitudes sociales, que se generan a partir del individuo hacia la colectividad y viceversa. Es a través de la pintura que el individuo es reconocido, expresa sus estados y ciclos vitales.

Es por medio de ella que el hombre/mujer comunica su cambio de rol, expresa que todo está listo para la reproducción y continuación de los comportamientos sociales aprendidos durante su niñez. Utilizándola para diferenciar sexualmente.

La pintura como sistema de comunicación se da entre los individuos en el plano cotidiano y entre el hombre de conocimiento, el jaibaná y los jais en el plano de la esencia.

Para las ocasiones especiales, como las fiestas tradicionales, cantos de curación, fiestas de iniciación, etc. la pintura la llevan especialmente los jóvenes solteros, quienes elaboran su pintura con sumo cuidado con uno o dos días de anticipación. En los bailes tradicionales, la pintura se realiza asumiendo el animal que se quiere representar, por ejemplo en el bailes de oso se lleva pintura de oso.

En las fiestas de iniciación femeninas, se debe usar diseños específicos en el cuerpo de la joven iniciada, para el caso del Chocó el diseño usado es el de trapiche. En las diversas fiestas, de convite, bautizo de una casa, etc., se lleva la pintura facial y corporal de acuerdo con el rol social, ciclo vital, estado de ánimo, sector dialectal, o diseños individuales. Y por último tenemos la pintura de uso cotidiano, que tiene diversos motivos, para enamorar, para protegerse del sol, etc.

En síntesis, la pintura es en elemento de vital importancia dentro de la cultura Emberá, que permite establecer una identidad como individuo y como miembro de la sociedad.

 

4.3.7 RELACIONES INTER-ÉTNICAS

A raíz del contacto comercial y cultural con otras sociedades (blancos y negros), los Emberá han ido conformando a través del tiempo relaciones interétnicas de diversas índole, desde las más violentas hasta las más cordiales.

En el Chocó, la relación indígena/negro se ha dado a través de las conexiones comerciales, las cuales tienen que ver con el compadrazgo. Estas implican hospitalidad de parte y parte y colaboración mutua. Son, en general, relaciones pacíficas y es muy raro que ocurran agresiones físicas.

La interrelación se ha dado también en el aspecto de las costumbres y practicas rituales, como es el caso del jaibanismo, el cual puede ser aprendido por los negros.

En otras zonas las relaciones con los colonos han sido de conflictos por motivo de las tierras, pues estos invaden territorios indígenas, talando y abriendo potreros, en detrimento del manejo indígena del ecosistema y de su medio de subsistencia.

El compadrazgo es una relación que se ha institucionalizado entre los Emberá, quienes prefieren contar con un negro o un blanco como padrino de sus hijos, pues con ellos entablan una relación comercial y una cercanía social, ayudando así a minimizar los roces interculturales.

El padrino puede ser de imposición del nombre, de agua cuando es él el oficiante del ritual del bautizo, de óleo cuando asume el padrinazgo delante de un sacerdote y de uñas cuando hace el primer corte de uñas al niño. Esto conlleva deberes y obligaciones entre compadres frente a los trabajos y festejos.

En general, las relaciones interétnicas, basadas en el compadrazgo, crean alianza que permiten mantener las fronteras étnicas y evitan gran parte de las fricciones.